Tienen fama los rusos de ser personas melancólicas. De entre
todos los escritores rusos, Chejov es el más triste. Y de todas las obras de
Chejov, "La Gaviota" se lleva la palma en desesperanza. Meyer vuelve
a filmar un texto teatral y de ambiente teatral, y lo hace con absoluto respeto
al texto y a la idea con la excepción de un repetido flash back que no funciona
mal..
Irina Arkadina, la gran dama del teatro de Moscú, pasa su
verano en la finca familiar sobre el lago, que su indolente hermano custodia. Allí
vive su hijo Konstantin, febrilmente enamorado de Nina, vecina encantadora. Tras
su fracasado debut como autor, en un arranque de mal humor, dispara a una
gaviota.
Con la madura actriz
(maravillosa Antte Bening) llega su amante, el apuesto escritor Trigorin, que
cobrará una nueva ilusión al conocer a la pequeña Nina .La dama se niega a aceptar lo inevitable, y el
escritor renuncia a abandonarla, pero se cita con la joven en Moscú.
¿Era necesario respetar tan rigurosamente el vestuario de la
época?¿Los muebles, cortinas y manteles? ¿La escasez de luz? Es una opción que
respeto, pero aleja de nosotros esta historia que sucede por dentro y se
expresa maravillosamente en palabras y gestos.
Junto a los señores,
los secundarios, los criados, el administrador de palabra violenta (y hechos
posiblemente también), su esposa Polina enamorada del Doctor, el apuesto
solterón egoista. Masha, la hija, desesperada, que fuma, bebe, toma rapé y
viste de luto por su vida perdida .
La bellísima fotografía de un lugar aparentemente idílico,
pero en realidad terrible, con su lago, sus bosquecillos, sus cuestas y caminos,
es el escenario perfecto para estas vidas regidas por la indolencia, el no
atreverse, el dejar pasar el tiempo, hasta que todo queda atrás y es ya
imposible. La actriz es pura apariencia, pura impostura. Su amante una
inteligencia creadora carente de voluntad. Los demás saben que el que se
arriesga fracasa. El que se arriesga muere, como la gaviota.
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