El autor de esta novela sobre Champollion es también
egiptólogo. Como es sabido, Champollion es el gran descubridor de la lengua
jeroglífica a partir de la piedra Rossetta, en la que un mismo texto estaba
recogido en tres lenguas: jeroglífica, copta y griega.
La novela recoge el único viaje que el gran lingüista realizó
a Egipto, acompañado por unos pocos
científicos y dibujantes. En barcos por el Nilo llegan hasta Nubia, intentando
hacerse cargo de la situación de los restos arqueológicos egipcios, y así
intentar confirmar sus trabajos previos realizados en Europa a partir de los
elementos llevados par la expedición napoleónica de principios de siglo(1798-1801).
Si tenían ustedes la curiosidad de saber cómo trabajó
Champollion sobre los jeroglíficos, no la saciarán en esta novela, pues parece
que los trabajos son previos al viaje, en el que no hizo sino confirmar sus
descubrimientos previos y aportar nuevos materiales.
El viaje de Champollion es más bien una aventura llena de peligros,
con constantes emboscadas de sus enemigos. Es constante la decepción y la
desesperación de los egiptólogos, al ver convertidos en ruinas tumbas y templos
de gran valor. Los árabes, por entonces señores de la tierra egipcia, dirigidos
por señores de la guerra, ignoran, destruyen y desprecian lo que llaman piedras
antiguas.
Llama la atención la actitud reverencial de Champollion ante el arte antiguo egipcio, que considera
fuente de una inmensa sabiduría que sustituirá, cuando sea conocido, al cristianismo.
De hecho considera que su misión es desvelar esa sabiduría acerca de la vida y de la muerte, de los
dioses y de los hombres. Ante ello no escatima ningún esfuerzo, ni rehúye
ningún peligro. De hecho la expedición
minó su salud y le llevó a una muerte temprana. (43 años).
Para amenizar el relato, se añade al equipo una misteriosa
dama inglesa, sobrina de Young, el egiptólogo inglés, que actúa como espía de
su país e introduce un factor de interés erótico que no se resuelve.
La novela es interesante por lo que tiene de histórico, pero
se hace reiterativa y abstracta en sus obsesiones.
CHRISTIAN JACQ
Plaza y Janés
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