La historia es muy de Agatha Christie. Caballeros y damas
reunidos en el interior de un lujoso tren que cruza Europa, desde Estambul a Londres.
Un asesinato que se debe atribuir a uno de ellos, ya que el tren detenido por
un alud de nieve en los Alpes, no permite subir ni bajar a nadie. Todo muy
cerebral, muy chic, muy frío y matemático. Todos tuvieron el motivo y todos la
ocasión…
El protagonista es el insuperable Hércules Poirot,con su
acento francés, sus manías, sus modales, su bigote y su mente egocéntrica e
inquisitiva.
Los actores están fantásticos, como les pide el guión;
excéntricos, esquemáticos, típicos tópicos y competentes. Kenneth Brahgan
sobreactuado, Penélope Cruz irreconocible en un papel poco adecuado para ella.
El tren, un escenario pequeño, asfixiante, de filmación
difícil y poco agradecida. Los exteriores
extraordinarios, brutales ,heladores.
La escena inicial en Jerusalén innecesaria en mi opinión.
Bastaría con la presentación de personajes .
La acción algo tediosa. pues en ningún momentos sientes el
menor interés por saber quién mató a una persona tan odiosa. Para que te
intereses, la víctima debe ser inocente, y si es posible, joven y hermosa. Los
motivos deben ser pasionales, y los sospechosos, elusivos y autoinculpatorios.
Nada de esto se da en el Orient Express, cuyo único interés radica en la
localización extraña y lujosa.
Kenneth Brahgan intenta un final moral después del toque
ingenioso. La conclusión es demoledora.
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