El autor ha hecho un gran esfuerzo para convertir en novela
un hecho histórico-la expulsión de los jesuitas en el reinado de Carlos III-,
siempre citado y nunca bien explicado.
Parece que en la Universidad de Alicante hay ahora un buen grupo de estudiosos
que están sacando a la luz todos los datos de un hecho ciertamente vergonzoso
por arbitrario de nuestra época ilustrada. Hay centenares de documentos por
publicar.
La novela se basa en la creación de unos pocos personajes
cuya historia transcurre sobre el trasfondo de estos hechos reales. Se trata de
dos hermanos pertenecientes a la clase alta, educados en colegios jesuitas; el
más joven, Javier se decide a seguir la vocación jesuita; el mayor, Diego, se
convierte en ayudante del Conde de Floridablanca. Se ven así en campos
enfrentados, aunque el narrador, Diego, no pierde nunca el cariño a su hermano
y el respeto a sus educadores. Se produce así el elemento más débil de la
novela, ya que el protagonista se comporta con una doblez insostenible. Tampoco
la historia de amor del protagonista
llega a hacerse interesante.
El interés radica en el episodio histórico, por lo que quizás
un buen ensayo hubiera transmitido con más eficacia el dramático suceso. Vamos,
pues a ello. Todo comienza en Portugal, en 1759,cuando el que después sería
Marqués de Pombal, convertido tras el terremoto de Lisboa en omnipotente
Ministro, decide expulsar del país a los jesuitas, incluyendo a los que
trabajan en las Misiones del Nuevo Mundo.. Son falsamente acusados de haber
levantado en armas a los indios contra los portugueses. Este es el
acontecimiento que relata la película La Misión
Todos deben dirigirse a Italia, a los Estados Pontificios,
aunque muchos -103-son encarcelados en Lisboa. La expulsión se produce también
en Francia, donde reina Luis XV. Finalmente, el grupo de Ilustrados españoles
decididos a seguir los mismos pasos, encuentran la excusa perfecta en el motín
de Esquilache, levantamiento popular que aterra a Carlos III, y que sus
ministros atribuyen sin el menor fundamento a los jesuitas .El rey accede a la
expulsión cuyo decreto firma sin especificar motivos que dice "guardar en su
real pecho". En realidad les acusaban de ser un poder, un Estado dentro
del Estado.
Inmediatamente Floridablanca preparará bien la logística necesaria. En una sola
noche todos los Colegios jesuitas son abordados por comisarios armados. Los
novicios son alentados a volver a casa de sus padres, y los profesos llevados
en carros a los puertos de mar- Ferrol, Cádiz, Cartagena…-donde les esperan
barcos mercantes y de guerra. Serán unos
5000 los que se dirijan hacia Génova en una travesía terrible, con falta de
espacio, de comida, de libertad de movimientos. Pero lo peor está por llegar. En
el puerto de Génova se les impide desembarcar por orden del Papa Clemente XIII.
Después de dos meses son llevados a la
isla de Córcega, sumida en una guerra entre franceses y genoveses en la que
tercia un grupo independentista. Apenas encuentran alojamiento ni comida, pero
pasan allí un año hasta que se les permite el acceso a Italia, donde se
reparten por diversas ciudades, Génova, Bolonia, Módena…Allí se producen
defunciones, secularizaciones…Las provisiones dinerarias de la expulsión se
hacen a cargo de los bienes de la Compañía, que pasan al Rey.
Entretanto, los Gobiernos de España, Portugal y Francia,
despliegan toda su capacidad de presión sobre el nuevo Papa, el franciscano Clemente
XIV, para que extinga por completo la Compañía de Jesús, cosa que finalmente
consiguen por un Breve de 1773. La orden queda extinguida, y su General, el
Padre Ricci, encarcelado en Sant'Angelo en terribles condiciones.
Tan sólo se resiste a aplicar la orden de extinción la zarina
de Rusia, Catalina .Allí se refugiarán los jesuitas polacos, y el joven hermano
del protagonista. En un apéndice el autor nos cuenta que pasaron 41 años hasta
que el Papa Pio VII en 1814 restauró la Orden fundada por San Ignacio de
Loyola.
La novela quizá se resienta de tanto dato histórico, de
tantos personajes y sucesos. Pero resulta muy interesante y descubre los
aspectos más cínicos e impresentables de la política, así como los silencios de
la historiografía- Se ponen de manifiesto los peligros de las mezclas de
religión y políitica, y el modo torticero en que las más bajas pasiones se
recubren de honorabilidad.
Los propios jesuitas se preguntan por su propia culpabilidad.
Y se responden que han sido culpables de tener éxito, y el éxito provoca
envidias .Han educado a las clases altas, han influido en los Reyes. Esto les
ha llevado a un cierto espíritu de cuerpo. Pero sin duda el castigo es
desproporcionado.
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