En la neutral ciudad de Ginebra, muy lejos de su Buenos Aires natal, murió Borges un 14 de Junio hace ahora 25 años.
He leído siempre con admiración y asombro a Borges, pero me reconozco incapaz de comentar su literatura. Lo hace imposible su impresionante cultura, sus conocimientos esotéricos y cabalísticos (en los que yo estoy pez), su dominio de muchas lenguas, su idealismo filosófico (yo soy aristotélica-tomista y pare de contar), su ironía e imaginación metafórica, y tantas cosas más.
Me pierdo -literalmente- en su Biblioteca de Babel, en su doble Quijote, en su humor inaccesible y surreal; en su jardín de senderos que se bifurcan (a la tercera bifurcación, ya estoy perdida); en sus laberintos que quedan tan bien ilustrados con los grabados de Escher.
Por eso hoy sólo quiero hablar de su cuento más realista, mi preferido: “Hombre de la esquina rosada”. En él se reproduce el mundo de los gauchos y su ambiente de galpones, aguardiente, chinas, navajas y honor machito. Aquí Borges sigue el rumbo de “Martín Fierro” y “Don Segundo Sombra”.
En apenas 10 páginas, Borges nos mete en un ambiente nocturno lleno de sensualidad y violencia, de brutalidad y muerte. El breve cuento se ilumina como con un trallazo por su último párrafo. Nada os contaré. Sorprendeos solos.
Dos hombres, frente a frente: Francisco Real (“Un golpe y una voz. El hombre era parecido a la voz”), y Rosendo Juárez (“los hombres y los perros lo respetaban. Y las chinas también).
Entre ambos, una mujer, la Lujanera.
Todos bajo “el farol sinvergüenza” en la noche:”Linda la noche. ¿Para quién?” Y la música que sale del galpón “La milonga, déle loquiar.Traía olor de madreselvas el viento”. Y en el local con“musicantes, güen beberaje y compañeras resistentes pal baile”,”el tango hacía su voluntá con nosotros”.
Tras el enfrentamiento, un huido y un muerto.”Traiba una herida fuerte en el pecho. Y que no es Rosendo ¿quién lo iba a creer?”
Ya advertí de la sorpresa final que cierra como un anillo la advertencia del principio. “es noche que no se me olvidará, como que en ella vino la Lujanera porque sí, a dormir en mi rancho, y Rosendo Juarez dejó, para no volver, el Arroyo”.
¿Cuánto se tarda en leer 10 páginas? Poca cosa. Lo malo es que te acostumbras a lo bueno y las lees unas cuantas veces por si se te había escapado algo. Y ya puestos te acostumbras a hacerle una lectura anual, por si se te había olvidado algo.
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