Comencemos diciendo que la película está muy bien, y es muy entretenida; sin embargo, el título no es exacto, ya que en ella hay muy poca sangre. El director , ante la propuesta de rodar la gesta del 2 de mayo, optó por lo que hubiésemos hecho todos: acudir a los "Episodios Nacionales" de Galdós. Y pone como protagonistas a Gabriel Araceli y a su novia Inés, bien interpretados por Quim Gutiérrez y Paula Echevarría.
Los episodios que José Luis Garci toma como base son dos de la primera serie: “La corte de Carlos IV” y “El 19 de Marzo y el 2 de Mayo”. Tan sólo la última parte de la película refleja los famosos acontecimientos del 2 de Mayo, aquél terrible levantamiento del pueblo de Madrid contra los soldados franceses, rodado con contención, aunque omitiendo –parece que por falta de presupuesto- los acontecimientos del Cuartel de Monteleón. Una verdadera lástima. Así pues, que nadie busque una película épica.
Porque si el guión lo hace Galdós, la factura es de Garci, y a Garci lo que le gusta es el intimismo, el diálogo, el apunte realista, la belleza formal. Todos los tipos humanos que Galdós creó con su pluma, son filmados por Garci con elegancia y verdad. Nada de tugurios, harapos ni miserias; todo es sencillo, patriarcal, castizo y alegre. En toda esta forma de imaginar el Madrid de 1808, el director ha contado con el mejor director artístico: Gil Parrondo, que una vez más consigue una bellísima escenografía de calles, palacios, teatros y caminos. En especial se demora en los palacios – supuestamente de El Escorial y Aranjuez-, y en varias casas ricas. Nos mete en corrales de comedias y teatros cortesanos, tiendas y fondas, casas y talleres El arco de Cuchilleros y la Puerta del Sol aparecen bien recreados.
Todo el mundo sabe que, igual que Almodóvar cuenta con sus actores fetiche, también Garci gusta de reunir a su alrededor a lo mejorcito de la profesión, aunque sea para papelitos cortos, que no pequeños, que suelen resolver de forma extraordinaria. Así sucede en este caso, con actores como Manuel Galiana (transformado de clérigo secular en fraile “goyesco”, y no digo más, ya que estropearía el final de la película).Extraordinarios están Miguel Rellán y Tina Sainz como los usureros y avarientos parientes de Inés, y la guapa Natalia Millán como la Marquesa a la que Garci convierte en corruptora de menores, ya que Galdós nos advierte de que Gabriel tiene tan sólo 16 años.
Aparece también un magnífico Príncipe de la Paz (Manuel Tejada) y, especialmente, un conmovedor Paco Algora- en su último papel- como el tronado dramaturgo Comella. Finalmente quiero citar a Carlos Larrañaga caracterizado como Isidro Maíquez, el señor de los escenarios de la época, el actor cínico y egocéntrico que Larrañaga borda. Al no ser una película especialmente épica, el director trata de explicar la confusa situación política a través de dos tipos de personajes: los populares, simples e ignorantes, que se guían tan sólo de su sentido común, y los cortesanos, implicados en oscuras confabulaciones a favor o en contra del Rey, del Príncipe de Asturias o de Godoy. La conclusión es que los grandes juegan a su capricho con los humildes, y cuando llega la hora difícil los abandonan a su suerte.
Las escenas finales presentan alguna inexactitud histórica, pues se presenta el levantamiento popular como respuesta a un previo ataque de los franceses. Se justifica así la desesperada reacción de un pueblo abandonado por sus gobernantes y por su ejército. ¿Dónde está la aristocracia? ¿Dónde la burguesía? Quizá pensando que la tutela francesa sería un bien para la nación española. Tan sólo unos pocos militares, cuya gesta se nos hurta casi por completo, corrieron la suerte del pueblo. Sin embargo, por suerte, allí estuvo Goya para pintarlo. Años más tarde, Galdós lo contó; hoy, José Luis Garci lo filma con buen hacer y belleza artística. Quizá se podía haber hecho más. Y también a veces se hace menos
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