Montana, territorio inmenso y salvaje, con inviernos de hasta
-40º, es el escenario de esta magnífica novela. En una extensa hacienda de
ganado viven dos hermanos, Phil y George. Phil es alto, fuerte, aguileño,
siempre líder. George es bajo, tranquilo, de pocas palabras. Se reparten el
trabajo de la hacienda.
George se casa con una joven viuda que tiene un hijo adolescente.
Phil no acepta la ruptura de su anterior orden de vida, y hace una continua guerra
de silencio, desprecio y murmuración a su cuñada.
Thomas Savage empleó realidades y personas de su propia
familia como inspiración. Ellos también vivían en un rancho en Montana, así que
el escritor conoce muy bien esa tierra dura, ese modo de vida vaquero, el carácter
de estos rancheros y sus empleados, trabajando a caballo en medio de miles de
animales a los que llevan a sus corrales.
El análisis de caracteres es sutil, y los diálogos muy
reveladores, también en su pobreza cultural. La acción es conducida con mano maestra,
no sólo por lo que cuenta, sino también por lo que omite. El lector ha de poner
de su parte para comprender.
La novela avanza en meandros, con historias secundarias- la
historia del médico, la del indio…-hasta un final sorprendente y duro, aunque
equilibre la balanza de la injusticia. Los temas afectivos- matrimonio,
homosexualidad, filiación, fraternidad, camaradería masculina…-cosen el tejido
de esta historia, pues condicionan la acción.
En mi opinión es una gran novela, aunque dura ya desde su
comienzo lo que puede desanimar a algunos lectores. El epílogo debería ser
prólogo, pues resulta muy útil.
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