Juan Manuel de Prada
El autor intenta en esta novela explicar las razones
psicológicas que llevaron a Ana de Mendoza, Princesa de Éboli, a denunciar ante
la Inquisición de Sevilla el "Libro de la vida" de Teresa de Jesús,
traicionando así la buena fe con que la carmelita le había entregado el
ejemplar manuscrito que había dirigido a su confesor.
En una nota final, de Prada distingue los datos históricos de
los imaginados por él. Sugiere, por ejemplo, que la Princesa y la santa se
pudieron conocer en Toledo, en el Palacio de doña Luisa de la Cerda, pariente
de Ana Mendoza. Sugiere también un progresivo distanciamiento debido a la mala
fe de la Princesa envidiosa de la vida espiritual de Teresa, que es lo único
que a ella, privilegiada por su belleza y por su nacimiento, le faltaba.
Un tiempo después la Princesa de Éboli exige la presencia de
Teresa en Pastrana para fundar allí un convento que ella subvenciona como Protectora.
Teresa teme perder la libertad que le da la pobreza. La situación termina con
un enfrentamiento inevitable, ya que las exigencias de Ana son inasumibles para
la carmelita.
Juega un importante papel de connivencia con la Princesa su
aliado político Antonio Pérez, secretario del Rey Felipe II.
Creo que Prada ha construido una magnífica novela histórica,
que no se pierde en detalles, sino que se centra en los retratos de sus protagonistas,
muy verosímiles y bien trazados, nada reduccionistas, cosa difícil con dos
mujeres tan fuertes y definidas. Sólo se exagera en los personajes secundarios,
trazados a veces con trazos grotescos y ridículos, con una ironía muy divertida.
En contraste, Ana es la mujer poderosa, bella, imperativa, ansiosa de poder y
coartada por ser mujer, aunque con un matrimonio muy satisfactorio y fecundo.
Pero su afán de tenerlo todo la acerca a la esquizofrenia .Teresa se alza
majestuosa ,sincera y equilibrada, en una situación difícil.
El lenguaje es muy atractivo, y se construye con el telón de
fondo de las grandes obras literarias del siglo de oro; desde la Celestina a
Garcilaso, del Lazarillo al Buscón, pero sobre todo, el Quijote, en su decir
claro, elegante y popular.
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