miércoles, 29 de junio de 2011

LAS DAMAS NO DESDIGAN DE SU NOMBRE: LITERATURA, BIOLOGÍA Y FUNCIÓN SOCIAL

Se ha celebrado el XIII Simposio de la Federación de Asociaciones de Profesores de Español, en Cuenca (España).Os dejo la Comunicación que he  presentado a mis colegas.
Para hablar de la mujer en la literatura en España, nos hemos acogido en este XIII Simposio de la FASPE a un hermoso endecasílabo de Lope de Vega, extraído de su “Arte Nuevo de hacer comedias” de 1609. La belleza del verso nos atrae, pero su contenido nos hace pensar. ¿Qué significa el pedir que las damas se atengan a su condición femenina?¿Es relegarlas a posiciones secundarias?¿Es por el contrario defender su dignidad?¿Puede seguir vigente esta exhortación hoy día?¿Para la literatura tan sólo, o para la vida?.
El verso de Lope de Vega , parece expresar una norma imperativa de conducta tanto para la actriz del teatro áureo cuanto para el personaje creado por el dramaturgo. Es en primer lugar una llamada al decoro de la actriz, incluso si representa una joven enamorada o –según el gusto de la época que el propio Lope reconoce - va vestida de hombre. Es también una llamada al escritor de comedias, que debería crear siempre personajes decorosos, con actitudes de moderación erótica y pasional, en evitación de cualquier comportamiento lascivo e impropio.
No me parece mal. Ninguna mujer que quiera ser llamada dama (hoy diríamos señora) debe comportarse de modo que desdiga su nombre. Un comportamiento decoroso (es decir, adecuado, decente, propio de la condición y de la situación) es siempre deseable, en la mujer y en el hombre.
La diferencia entre los tiempos de Lope de Vega y los nuestros es que lo que entonces podía considerarse indecoroso para una dama hoy nos parece normal, e incluso deseable. Modos de vestir, de salir a la calle, de hablar que hoy nos parecen correctísimos ; el estudiar sin ser llamada bachillera; el trabajar en todo tipo de trabajos; el participar en la vida pública…todo eso es un contenido del decoro femenino que al espectador  barroco le parecería quizás inaceptable y que hoy resulta plausible y adecuadísimo.
LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
¿Hemos de concluir entonces  que todas las actitudes que históricamente se han considerado femeninas han quedado abolidas por la actual igualdad entre mujer y varón? Y, de cara al futuro ¿No pararemos hasta igualar en todo al varón, en vestido, lenguaje, pensamiento, comportamientos y actitudes? No lo creo yo así. La igualdad no es identidad.
Vivimos una época de  difusión y asentamiento de nuevos tópicos acerca de la condición femenina sobre los que conviene reflexionar. Hay unas teorías de la ideología de género difundidas por un feminismo radical que, lejos de ayudar a la liberación de la mujer la conducen, en mi opinión, a ser profundamente  infeliz y a alejarse de su realización personal. Es la afirmación de que las diferencias entre hombres y mujeres son totalmente culturales, y por tanto, cualquier desigualdad, aun natural, aun voluntaria, es injusta y debe ser erradicada. Esta posición  promueve, a mi parecer, una igualdad empobrecedora.
En efecto, la igualdad esencial y de derechos entre hombres y mujeres no anula sus diferencias. Tenemos los seres humanos una naturaleza dada que abarca lo corporal, lo psíquico y lo espiritual, y que nos vincula íntimamente a una de las dos formas naturales de ser persona humana. Existen aptitudes, cualidades y características predominantemente femeninas, como otras lo son masculinas. Los esfuerzos de algunos radicalismos  actuales de desvincular a las mujeres de nuestras tendencias naturales, conducen en definitiva a la auto negación, y, consecuentemente, a la infelicidad que sigue a la no realización personal. La ruptura con la naturaleza no libera, ni a la mujer ni al varón. No se puede ser libre acallando las propias tendencias naturales.
No puedo ahora detenerme en las raíces ideológicas de esta actitud, en cuyo planteamiento puede estar la intención positiva de contribuir a la mejora de la vida de las mujeres. Pero toda mejora debe hacerse desde la verdad.Y en el origen de esta actitud hay a mi entender un apriorismo ideológico:la negación de la existencia de una naturaleza creada por un Logos, por una Razón creadora cuya esencia es el bien y la bondad,(es decir, por un Dios Creador),y  la idea de que sólo la libertad individual puede dotar de sentido a una materia dada, fruto de la ciega evolución, y carente en sí misma de sentido.
LA CULTURA
La cultura, a su vez, tiene que dar una respuesta adecuada a la naturaleza. Una construcción cultural no debe ser un obstáculo al desarrollo de un grupo de personas. Es evidente que han existido en la historia, y aún existen en el mundo, muchas injusticias hacia las mujeres, basadas en patrones culturales con una visión biológica determinista que establece los roles y las relaciones de los dos sexos en un único modelo estático. Las funciones sociales no deben considerarse como intrínsecamente unidas a la genética o a la biología. Otra cosa es dejarnos guiar por la naturaleza y sus exigencias y tendencias; en este caso estamos obedeciendo a la razón, y dirigiéndonos a nuestra realización personal.
“Las damas no desdigan de su nombre”, de acuerdo, pero hoy día ¿qué significa no desdecir de su nombre?¿qué es ser una dama?¿qué exige ser mujer? En mi opinión, es ser una persona del sexo femenino, que debe desarrollar su vida en libertad y responsabilidad, en la apertura a los demás y la participación activa en la sociedad en la que vive, según sus aptitudes , gustos y posibilidades.  Y esto no es una llamada a vivir con caprichosa autonomía ética. Es vivir con libertad responsable, con afán de desarrollo personal, con apertura al amor y al servicio. Como, por su parte, es exigible al varón.
Las injusticias hacia las mujeres son fruto de culturas que no saben dar respuesta adecuada a lo que pide la naturaleza, entendida aristotélicamente como la esencia en cuanto principio de operaciones personales: me comporto como lo que soy. A lo largo de la historia, los prejuicios acerca de la capacidad de la mujer, los intentos de adjudicarle sólo una función relacionada con su biología, han frustrado muchas vidas y causado mucho dolor. Imaginemos cuántas aportaciones a la humanidad hubiesen podido hacer las mujeres si hubiesen recibido la misma formación y oportunidades que los varones. Por centrarnos en nuestra materia de estudio,qué cantidad de creaciones del ingenio femenino faltan en nuestra historia literaria .
Cabe decir también, para ser justos, que también muchos hombres han sido discriminados por motivos diversos, y que muchas mujeres han contribuido también al mantenimiento de esquemas  represores de la actividad y creatividad de otras y otros.
ESTUDIOS LITERARIOS
¿Qué podemos hacer ahora desde nuestra especialidad de estudio y trabajo para suavizar discriminaciones  y evitarlas en el futuro? Una de las formas de fomentar la igualdad consiste en hacer ingresar en el canon literario español a muchas mujeres cuyas obras no llegaron ni siquiera a  merecer la imprenta, o acaso una reimpresión posterior o moderna, o un estudio filológico, o una aparición en las historias de la literatura. Y me refiero tanto a escritoras olvidadas, como a otras más modernas como es  el caso de Cecilia Bölh de Faber o el de María Lejárrega, la esposa de Gregorio Martínez Sierra.
Un segundo camino  sería el del  estudio de la mujer como tema literario. Al haber sido la creación literaria una tarea predominantemente masculina hasta tiempos recientes, no es de extrañar que la mujer sea quizás el más frecuente motivo y tópico literario.Los hombres han hablado de ella como de  La señora de mis pensamientos, la dama enamorada, la ingeniosa, la bachillera, la heroína, la prudente, la que muere por amor, la vengadora cruel…, todos estos estereotipos pueden y deben ser analizados como cristalizaciones de formas culturales de cada tiempo, individualizadas en la visión de un hombre determinado, más o menos genial o influyente.
Mi propuesta de hoy es la de que estos estudios se hagan con ecuanimidad y sin prejuicios culpabilizadores hacia los varones. No construyamos sobre la vieja injusticia una nueva. El espectáculo de mujeres enfrentadas a varones por  reivindicaciones de género, hacen un flaco favor a la sociedad a la que dicen defender. Las imposiciones del feminismo radical de ahora podrían ser equiparables a las limitaciones de antaño, pues imponen su censura y sus prejuicios a todos.
Propongo pues que estos estudios sean realizados sin trasladar al  pasado querellas del presente. No se puede atribuir en bloque a los hombres el variado pensamiento de individuos de distintas épocas y culturas. Tampoco sería justo atribuir a las mujeres globalmente consideradas los posibles déficits y carencias de nuestras antecesoras, sometidas a prejuicios educativos que dificultaban su sentido crítico. Los juicios condenatorios por actitudes históricas no suelen ser justos. Valoremos la historia con los parámetros de cada tiempo, y no pongamos nuestros pensamientos utópicos como paradigmas, ya que la realidad suele salir mal parada al compararla con el ideal.
VEINTE AÑOS ABIERTOS
Estamos en un momento por un lado confuso y por otro esperanzador .Los próximos veinte años se presentan muy interesantes y abiertos. Cada uno habrá de ir tomando postura, si no quiere que su vida se la vivan otros, especialmente en una sociedad  frecuente manipulación mediática.
 La igualdad de hombres y mujeres es ya una realidad en gran parte del mundo, y lo será en todas en pocas generaciones. Esta igualdad hace que se pueda atisbar una sociedad más justa y equilibrada, que deje atrás viejos estereotipos y apueste por una colaboración decidida y armoniosa entre hombres y mujeres. Pero esto no será sin tensiones y dificultades, exageraciones y mentiras que creen nuevas injusticias, pues la vida humana no se desarrolla en la moreana isla de Utopía.
Comprendamos que hombre y mujer sienten una íntima llamada a desarrollarse en la apertura y en el don de sí mismos en el amor. La clave para encontrar el equilibrio para que ese don de sí no se convierta en una atadura  degradante e insoportable estará en que proceda de la libre decisión de la voluntad mantenida en el tiempo. La condición sexual –femenina o masculina-no deben ser de ahora en adelante, ni un privilegio ni una discriminación, sino el punto de partida que todos tenemos para nuestro propio desarrollo. Cada uno  debe poder ser libre para buscar lo que le hace mejor persona.
En la familia, en el trabajo, en la Universidad, en la investigación, en la política y el servicio al bien común, una igualdad que no suprima las diferencias se abre a posibilidades nuevas. Muchos hombres tienen aún que entender que deben ceder poder y medios a las mujeres, que el trabajo se debe adaptar a las personas, sin obligarlas en la práctica a abandonar la maternidad y el hogar, donde es tan necesaria y con frecuencia, tan feliz.
La mujer debe poder ser libre para elegir y esa libertad depende de una formación no manipuladora. Pensemos en la riqueza de la inteligencia femenina unida a la  masculina, la fuerza del sentido moral ante las encrucijadas éticas , el sentido estético y la creatividad tan variadas, la sensibilidad para con el débil  tan propiamente femenina, sumadas y no enfrentadas ni despreciadas, pueden llevarnos a una sociedad muchísimo más rica , justa  y enriquecedora.
     

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