A SANGRE FRÍA DE TRUMAN CAPOTE

Esta extraordinaria novela- relato documental de un crimen-, llamada por su autor “non fiction novel”, mantiene el interés creciente del lector de principio a fin. Se podría argumentar, de manera fácil, que el morbo de un asesinato múltiple en un pueblo perdido, es algo que da para hablar durante generaciones; una familia feliz, ejemplar y respetada, los padres y dos hijos jóvenes, acribillados a balazos en su casa.

Truman Capote supo contarnos cómo era la vida de este pueblo de Kansas en 1959, la vida tranquila de una comunidad cívica, religiosa, arraigada a la tierra; y supo expresar el contraste con los asesinos, Dick Hickock y Perry Smith, con su infancia desolada, su perfil psicopático, su juventud desarraigada de cualquier patria familiar, cívica o moral.

Ejemplifica además Capote en esta novela una de las constantes del siglo XX: la terrible banalidad del mal, la falta de motivos para hacer el mal, la inexistencia del sentido de responsabilidad moral, ejemplificado en esos jóvenes que se ríen como locos de las caras muertas de sus víctimas, que cantan himnos religiosos, despanzurran perros y piensan que los malos son otros.

Pero lo que hace de “A sangre fría” una historia singular es su construcción temporal, paralela a los hechos narrados y dependiente de ellos. El autor sólo va un paso por delante del lector. Necesita saber lo que pasa para escribirlo. Entra él mismo en la investigación. Depende de la policía y de los propios asesinos-una vez capturados por una delación-, para responder a las cuestiones que cualquier crimen plantea.