Dicen de él que es uno de los mejores escritores de nuestro tiempo.Le dieron el Premio Nobel de Literatura en 2003.Desde luego interesa, intriga, afronta temas polémicos, hace de la novela un ensayo, plantea problemas que no resuelve. Su técnica es inteligente; no sé si será deformación española, pero yo veo a Cervantes al fondo.Calla más de lo que cuenta, interviene lo justo, da la voz a diversos personajes, te deja con tres palmos de narices.Cuando estás indignado con él por su asepsia, te lanza un guantazo moral y palpitante.
En “Desgracia”(2001) , Coetzee plantea dos temas espinosos: los abusos a menores y el racismo. Un maduro profesor de una Universidad Sudafricana es sometido a un Comité de Disciplina por abusar de una alumna.Las consecuencias académicas son duras, pero él las convierte en irreversibles con su estúpida soberbia. (No puedo menos que recordar el “tour de force” asfixiante en que convierte este mismo tema el gran David Mamet en “Oleanna”.)
Huyendo de la Universidad, el Profesor de Coetzee se refugia en la granja de su hija treintañera, una hippie pasada de rosca, y allí se encuentra-sin nombrarla- con la difícil convivencia de blancos y negros, aunque aquí la víctima es blanca.
En “Foe”(2004) Coetzee juega con la literatura. Una mujer náufraga, Susan Barton, se encuentra en “su” isla desierta con Robinson Crusoe y Viernes. Cuando vuelve a la civilización busca al libelista señor Foe para que transforme su historia en una interesante narración. El resultado lo conocemos. Lo literario es siempre una selección idealizada de lo real, por muy realista y hasta naturalista que parezca.
La manipulación literaria es esencial a una historia bien contada. Hace falta seleccionar los contenidos, suprimir elementos, inventar cosas nuevas, establecer relaciones de causa a efecto, secuencias de principio y fin,expresar claramente el sentido de los hechos mostrencos. Y el ejemplo está lleno de ironía : Foe sacrifica a la mujer, que el puritano Cruso no necesita; devuelve la lengua a Viernes para que pueda haber caníbales; de negro estupidizado lo convierte en simpático salvaje; hace habitable la espantosa isla y da sentido al inútil trabajo del náufrago. Un extraordinario ejercicio de intertextualidad, lleno de ironía y sorpresas.
“Elisabeth Costello” (2004) es una novela extraña e interesante, cercana al ensayo,centrada en nueve discursos con sus correspondientes réplicas. La anciana escritora australiana parece obligada por su daimon a decir lo que piensa por incorrecto e inoportuno que sea. Vegetariana radical, casi rompe por ello con su familia; atea, su visita a su hermana monja misionera en África se convierte en una discusión que ahonda el abismo que las separa; algunos de sus colegas se excusan del debate académico con ella: sencillamente no la soportan.
Elizabeth Costello no es una pensadora, sino una escritora con varias novelas de éxito.Tiene muy pocas seguridades y un amor descarnado a la verdad. En su “sueño” es interrogada por un juez acerca de su identidad : “Usted, y con eso quiero decir la persona que tenemos delante, esta persona que pide un salvoconducto, esta persona que está aquí y en ningún otro sitio, ¿está hablando por usted misma?
Sí. No, enfáticamente no. Sí y no. Las dos cosas.”
La anciana escritora, de arreglo descuidado, está lúcidamente confusa. Intenta sustentar sus ideas con fuerza, pero solo cosecha educados silencios y breves aplausos de compromiso. Habla del mal, del humanismo, del trato que el hombre da a los animales. Sus argumentos son insatisfactorios, sentimentales. Alguna de sus desgraciadas interpretaciones hace que la consideren antisemita.
El “artefacto” literario que ha sabido construir J.M. Coetzee es de gran complejidad. Varias de sus partes ya habían sido publicadas anteriormente. Cultura anglosajona, es decir, universal. Ruptura con las raíces del pensamiento realista, sólo útil como contraste. Arrinconamiento de la fe religiosa como imposible sueño de la humanidad, sólo vigente como fundamentalismo vital o intelectual. Aceptación racional de la propia naturaleza con sus exigencias- sexualidad, sentimiento de maternidad, anhelo de felicidad, liberación de los impulsos, buenas costumbres,etc- que es preciso aceptar y cumplimentar. E. Costello es una buena mujer,pero no suele ser oportuna por polémica y exhaustiva; quiere creer en Dios, pero le resultaría demasiado ingenuo;intenta demostrar que no es bueno escribir sobre los aspectos más oscuros de la naturaleza humana, pero no sabe porqué. Sus conferencias son transparentes: ella sabe que ellos saben que ella no sabe. Pero también ella sabe lo que saben ellos.
No puede evitar plantearse todo en términos éticos. ¿O quizá es que el asco que le provoca la carne no es argumento bastante?.Coetzee mira a su vieja Costello y se ríe un poco de ella, con su impermeable y su pelo aplastado. Pero tampoco se ríe mucho. Opone a las suyas las razones de otros. Su hijo John intenta apearla de su cruzada proanimal: “A mí me parece que el nivel de conducta que quieres cambiar es demasiado elemental para que resulte afectado por lo que hablamos. Comer carne les gusta.”
Su colega, el Profesor O¨Hearne filosofa más “...reclama la universalidad para lo que son sus propios criterios, como sucede con los Derechos Humanos. Cada pueblo tiene sus propias normas”. Pero Elizabeth no se rinde:”Occidente fue pionero en la industrialización de la vida animal, que lo sea en la reparación”.
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