Alicia Giménez Bartlett
Lumen
Todo artista famoso tiene también su lado casero. La
escritora Virginia Woolf, si quiere tranquilidad y silencio para escribir en
una habitación propia, necesita tener una criada que le resuelva las cuestiones
domésticas, aunque duerma en una habitación ajena.
En los diarios de Virginia Woolf hay varias referencias a su
cocinera y criada Nelly Boxall, que sirvió al matrimonio Woolf durante 18 años.
La novela se articula con la comparación entre los fragmentos de la escritora y
los supuestos diarios de Nelly. Ambas ven la vida de forma muy diversa, pero a
la vez se necesitan. Junto a Nelly está la pobre Lottie, deseosa de salir del
servicio por el matrimonio, fracasando en su comprensible deseo.
Como trasfondo, la vida del grupo de Bloomsbury comparado con
las condiciones de vida de las criadas en la Inglaterra de principios del siglo
XX, con trabajos durísimos, como transportar carbón, llevar agua caliente a los
baños, lavar piezas grandes a mano, planchar con planchas de carbón, fregar de
rodillas, transportar la compra en cestas, etc. con frecuencia menospreciadas y
mal pagadas.
Aparecen así las contradicciones de los intelectuales de
izquierdas, liberales en lo moral, pero a la vez burgueses en su trato con los
sirvientes.
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